Pablo Grillo, el fotógrafo herido durante la represión del pasado 12 de marzo en una marcha de jubilados, fue dado de alta, aunque el informe médico forense confirmó la gravedad extrema de sus lesiones. Según el peritaje oficial, su vida estuvo en riesgo y las heridas fueron clasificadas como “graves y gravísimas”.

Los especialistas del Cuerpo Médico Forense visitaron a Grillo en la unidad de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía y, junto con los peritos designados por las partes, analizaron su historia clínica y los partes médicos. Luego, presentaron el informe a la justicia, en el que concluyen que las heridas que sufrió corresponden a un impacto directo de un proyectil, que generó una fractura expuesta de cráneo.
En concreto, el documento describe una “herida contuso compleja en el rostro, región mediofrontal, con fractura expuesta de cráneo fronto-temporo-parietal izquierda”. El mecanismo de producción fue un “golpe o choque contra objeto contuso” que venció la elasticidad de la piel y el hueso. También se registraron hematomas subdurales y epidurales que requirieron dos intervenciones quirúrgicas de emergencia: una craniectomía el 12 de marzo y otra el 14.

El informe indica que la recuperación demandará más de 30 días, tanto para la curación como para la rehabilitación laboral, y concluye que las lesiones pusieron “real y concretamente” en peligro la vida del paciente.
A una de las preguntas clave —si fue necesaria una fuerza considerable para causar ese daño— los peritos respondieron que sí: “La fractura del cráneo y la apertura de la piel frontal requieren una fuerza de impacto significativa”.
La causa judicial está en manos de la jueza María Servini y el fiscal Eduardo Taiano. Se investiga la responsabilidad penal en los hechos ocurridos durante la manifestación, donde Grillo fue alcanzado por un cartucho de gas lacrimógeno. Hasta el momento, el cabo de Gendarmería Nacional Héctor Guerrero está imputado en la causa.