Boca Juniors atraviesa una de las crisis futbolísticas más marcadas de los últimos años. Sin competencias internacionales por delante y con un rendimiento irregular, el equipo dirigido por Miguel Ángel Russo se enfrenta a un escenario complejo en el que la reconstrucción futbolística aparece como una prioridad urgente.

Lo que dejó el Mundial de Clubes
Pese a las expectativas moderadas, Boca comenzó su participación con una victoria prometedora. Sin embargo, el empate posterior ante Benfica, tras ir en ventaja, y la ajustada derrota frente al Bayern Munich lo dejaron al borde de la eliminación. El golpe más duro llegó con la igualdad ante un equipo semiprofesional, sellada por un gol de un futbolista amateur, que cerró una campaña decepcionante para el Xeneize en la fase de grupos.
La falta de continuidad, tanto en el juego como en los nombres propios, marcó el paso del equipo. Lesiones, sanciones y rendimientos dispares impidieron consolidar una identidad dentro de la cancha, mientras se agrava la sensación de un Boca que no encuentra su rumbo futbolístico ni anímico.
Nuevos objetivos: volver a la Copa y ganar un título
Con la eliminación internacional confirmada, Boca tiene como principal objetivo clasificarse directamente a la próxima edición de la Copa Libertadores. Además, buscará dar pelea en el Torneo Clausura —que inicia en julio— y en la Copa Argentina, donde enfrentará a Atlético Tucumán en su próxima presentación.
La urgencia por un título es doble: por necesidad institucional y porque se trata de Boca, un club que históricamente convive con la exigencia del protagonismo.
El plantel: bajas, dudas y nombres que ilusionan
Uno de los nombres que más repercusiones genera es el de Marcos Rojo. Capitán en varios ciclos y símbolo en títulos pasados, su presente está marcado por lesiones, expulsiones inoportunas y conflictos fuera del campo. Su relación con la dirigencia también se ha deteriorado, y su ciclo parece haber llegado a su fin.
También está el caso de Ander Herrera, que llegó con credenciales de jerarquía pero apenas sumó minutos y quedó relegado por las lesiones. Fue expulsado en su breve paso por el Mundial de Clubes y su aporte sigue siendo una incógnita.
El caso de Edinson Cavani es otro foco de atención. Máximo salario del plantel y con contrato vigente hasta diciembre de 2026, el delantero uruguayo no ha logrado títulos ni continuidad. Acumuló lesiones, chances erradas en partidos clave y su relación con la hinchada se fue desgastando. Aunque alguna vez declaró que se retiraría en Boca, hoy su lugar es cuestionado.
Por el contrario, Miguel Merentiel se ha ganado el respeto del hincha. Goleador y referente en momentos difíciles, el uruguayo representa uno de los pocos puntos altos del equipo. Un posible regreso de Leandro Paredes podría aportar liderazgo y equilibrio, dos virtudes ausentes en el actual plantel.
El banco y la dirigencia
Miguel Ángel Russo tiene contrato hasta diciembre de 2026. Su experiencia y conocimiento del club lo colocan en una posición clave en esta etapa de reconstrucción. En tanto, el mandato de Juan Román Riquelme en la presidencia se extiende hasta fines de 2027. Ambos afrontan el desafío de revertir un presente adverso y llegar a las próximas elecciones con una imagen fortalecida.
Boca y su gente: el alma del club
La pasión del hincha xeneize no ha cambiado. Cada partido, cada viaje, sigue siendo una muestra de devoción absoluta. La Bombonera, la historia y la identidad del club siguen siendo pilares que sostienen a Boca, incluso en los peores momentos.
Ahora, la gran tarea es reconfigurar ese paradigma. Un reinicio profundo, liderado por un cuerpo técnico y una dirigencia que conocen el «mundo Boca», pero que necesitan encontrar el camino para devolverle al club su carácter competitivo, su temple y su esencia.